¿Cuál es el miedo de la oligarquía sobre el paro del 21 de noviembre en Colombia?
Por Martín Ayala
Investigador Social
COSPACC
Son apenas 12 horas las que las organizaciones populares han convocado a paro en Colombia y aunque no es un paro donde participen todos los gremios del país, la oligarquía se asusta, ¿será que les da miedo perder toda su comodidad de más de 200 años en el poder y enriquecidos con el sudor de nuestra frente?
¿y de que les dará susto?, mientras el pueblo sale con pancartas y uno que otro con piedras, la oligarquía se alista con fusil, tanques, decretos y represión. Lo irónico es que por parte de la oligarquía ninguno de ellos sale a la calle a defender sus intereses, coloca de carne de cañón a otros hijos del pueblo que le son obedientes o que por necesidad tienen que hacerlo. Nos quieren asustar, pero en la medida que la gente decida salir a las calles, no habrá suficientes; ni borregos, ni fusiles, ni gases capaces detener la masa inconforme, así esta, tenga como su única defensa los pasacalles, las pancartas, la música, el baile, las piedras, el arte, en pro de contribuir en la construcción de una sociedad que no de miedo ni genere terror. Una sociedad Justa y Digna.
Como está planteado el asunto, el gobierno represor que además vive de nuestro trabajo, alista medidas para su mayor comodidad y para garantizar eso, responde con más represión. Nos vende la idea de frenar los vándalos, cuando los que saquean todos los días nuestros bolsillos y la cartera del erario público son ellos.
Y para ello han acomodado prensa, leyes y armas, todo en su favor y con ellas causan miedo, terror y desconfianza, pero además inconformismo por tanta desigualdad. Los ejércitos solo sirven para que los de cuello blanco sigan en su trono siendo vándalos.
Los vándalos a los que se refiere el gobierno no son vándalos, son manifestantes del pueblo que usan piedras o cuanto muchas papas bombas que no son artefactos destructivos y lo hacen para expresar su inconformismo que genera la oligarquía con su sistema represivo y de saqueo, usan capucha para precisamente esquivar la identificación por parte del represor. No podemos dejarnos entonces confundir con el discurso que engaña, los capuchos que defienden los intereses de la clase popular son legítimos, como todos aquellos que marchan con pancartas, pasacalles y música. Exigir y reclamar lo que es nuestro también es legítimo.
Con la Declaración Universal De Los Derechos De Los Pueblos de Argel en 1976, está considerado el derecho de los pueblos a rebelarse contra las injusticias, derechos a existir y a decidir. Por lo tanto, encapucharse no es un delito, defender sus derechos con palo o piedra tan poco es delito, reclamar lo que es propio tan poco es delito. No es justo que haya desigualdad. Sería justo, que todos los que nos vandalizan a diario entreguen el poder, pero no lo van a entregar así porque sí, están cómodos en su trono robando y saqueando y será una gran masa con toda su creatividad la que sea capaz de generar un nuevo escenario sin miedo ni sometimiento.
Ahora bien, el represor usa también encapuchados para sabotear las marchas y esos capuchos no son legítimos. Corresponde entones al pueblo desenmascararlos como hay que desenmascar todo el accionar represivo del régimen.
Nosotros como pueblo, estamos en toda nuestra legitimidad de expresar nuestro inconformismo y si las piedras sirven para ello no se pueden satanizar. Lo que no podemos permitir es que nos quieran aterrorizar con armas letales porque como los manifestantes no usamos armas letales para marchar. Una piedra repito no es un arma letal, una papa explosiva tan poco es arma letal. Si las armas del ESMAD no son letales menos las que usan los capuchos, pues su alcance es menor.
Entonces ¿por qué les da miedo si tienen armas letales?
En mi opinión les da miedo no por el sonido de las pocas papas explosivas activadas, o pimpones con pintura lanzados o una que otra ventana que resulte rota, lo que si les causa miedo es a que la masa se desborde con piedras y palos y no la puedan controlar como en otros países y se vean obligados a dejar su comodidad, a tener que trabajar y ganarse el pan con el sudor de la frente como nos toca a todos, a eso es que le tienen miedo.